17 de junio de 2012

LA OBSERVADORA: EL ¡HOLA! DE ESTA SEMANA, 20 DE JUNIO



Esta semana la portada del ¡Hola! es un clásico: la reunión de famosos en torno a la mesa del Príncipe de Gales en la noche de Porcelanosa. Es la excusa anual para ver a una de nuestras musas, Isabel Preylser, en pleno esplendor. Más allá del photoshop, nuestra musa sigue estando estupenda. Por lo demás, el típico primer reportaje de casoplón (en este caso el de Almudena de Arteaga), un bodorrio aristocrático y otro de cine (el de la Princesa Fabrizia Ruffo di Calabria y el de Drew Barrymore) y un puñadito de estilismos urbanos que comentar. Como siempre, allá va lo que hay que copiar y lo que no del ¡Hola! de esta semana:


El reportaje del casoplón (casa familiar) de Almudena de Arteaga nos ha dado un poco de alergia. Entre las dos figuras vestidas de época en la entrada (pág. 4) que dan un poco de yuyu, los tapices, las alfombras y el sofá de terciopelo (pág.6-7) pensamos que limpiar el polvo en esa casa es una tarea titánica… En fin, que después de este comentario marujil, sólo nos queda decir que el vestuario con el que posa Almudena se nutre de vestidos de cortes perfectos con estratégicos  drapeados y en colores lisos (rojo, negro y azul) firmados por Lorenzo Caprile, Armand Basi y Pedro del Hierro. Todos correctos y muy elegantes pero nada arriesgados. Además, Almudena y su hija comparten zapatos, aunque a la hija le quedan grandes (pág. 9 y 11). Por todo lo visto, que ni fu ni fa, una flecha amarilla para este reportaje.

Hacía mucho tiempo que no la veíamos. Rosario Domecq, una de las mujeres más estilosas de España  reapareció en público en la boda del hermano de su marido. El estilismo elegido para la boda era tendencia, pero poco formal para una boda: un cuerpecillo de tirantes con plisado frontal en blanco roto, una falda corta color tarongine, cinturón de abalorios en naranja, blanco y negro, sandalias de tiras y taconazo negras, un colgante en forma de mariposa y un mantón de manila blanco y negro (pág. 16-17). Si le quitamos las sandalias de tacón y el mantón de manila, el look habría servido igual para una tarde de compras. Una pena pero no puede ser flecha verde por mucho que nos encante esta chica.

Ella tiene estilo, pero es que además tiene un tipazo. Lourdes Montes se arriesga con un pantalón blanco, un body elástico en rosa pastel, sandalias años veinte en pitón dorado y bolso color vino. (pág. 189). Oye, ni un michelín, ni una sola curva fuera de su sitio. ¡Qué envidia!

Los hijos del Príncipe Carlos de Inglaterra, William y Harry, con Kate, se fueron de boda. Y allí coincidieron con el hermano de su madre, Charles Spencer. El conde Spencer acudió a la boda con su familia. Su mujer, embarazadísima, nos ha dejado estupefactas con un vestido de encaje lila demasiado ceñido a la tripa acompañado de una chaqueta de punto más corta que el  vestido (pág. 22). Otra embarazada que cree que puede perder el sentido del gusto y que cualquier atentado estético se le perdona por estar embarazada.

Sorprendente resulta que en la comunión del hijo de Estrella Morente y Javier Conde, Estrella estuviera mucho más acertada vistiendo que la mismísima Paloma Cuevas. Paloma se puso un vestido largo, de escote en uve, con estampado floral en rosa fucsia, morado y blanco que igual habría servido para un paseo por la playa (pág. 45). De todas formas, que Estrella se cambiara de vestido fue un acierto, pasó de un vestidito lencero sin gracia (pág. 44) a un vestido años cincuenta de lunares que le favorecía una barbaridad. Suspende Paloma.

De nuevo el street style de Sara Carbonero nos deja sin habla, aunque hemos de reconocer que los estilismos de esta chica son siempre similares: pitillos, botas de caña alta con tacón, camiseta XXL, y abrigo-chaqueta oversize (pág. 49). Todo, abrigo incluido, fácilmente copiable comprándolo en Zara.

Ana Rodríguez tiene un estilismo conservador al que intenta darle un punto juvenil sin conseguirlo. Los pantalones de cuadros negros con camiseta básica blanca y bailarinas que lució en el cumpleaños de uno de sus nietos conformaban un estilismo cursilón y poco favorecedor (pág. 50). Mucho mejor, aunque sin pasarse, estaba en una cena solidaria a la que acudió con sandalias planas naranjas y vestidito negro sin mangas con escote troquelado (pág.51). La vamos a suspender a ver si la incentivamos a mejorar.

Argggg… Hay famosas que en aras de destacar su personalidad, intentan impresionar con su originalidad. Y el resultado suele ser contrario al pretendido. Es el caso de Raquel Sánchez Silva, que acudió a la fiesta de Kenzo con un pantalón blanco y una chaqueta kimono en turquesa y amarillo flúor que conjunto con un cinturón de cuero marrón (pág. 52). Que el conjunto quedara bien era imposible, con personalidad y originalidad o sin ellas…

Cuando Adriana Abascal no tiene estilista que la aconseje, pasa lo que pasa. Que va por la calle intentando hacerse pasar por una jovencita (según dice la redactora, con un estilo efortless glamour, o lo que es lo mismo glamour sin esfuerzo). Pues no, chica, no. Que Adriana tiene que esforzarse. Que con una coleta despeluchada, con una camiseta cutrecilla en el lila (el color denostado esta temporada), con una sobrecamisa de cuadritos y con las uñas sin pintar (¿dónde ha quedado el esmalte azul pastel de hace unas semanas?) no está glamourosa. A nosotras no nos lo parece y por eso la suspendemos (pág. 54).

Otra que tampoco tiene glamour sin estilista es Patricia Olmedilla. Ella lo intenta (no hay más que ver sus fotos en el especial moda niños de ¡Hola! de hace una semanas) pero sin estilista, le pasa como a Adriana, que no lo consigue. Patricia acudió a su fiesta de cumpleaños solidaria con una camisola turquesa de manga corta asimétrica llena de capas y una minifalda elástica turquesa. Y un moño a lo Amy Winehouse que daba miedo (pág. 55). Desastrosa, pobre.

Normalmente, somos benevolentes con las novias. Es su día y no hay porqué hundirlas en la miseria sin necesidad. Pero con esta pobre novia no nos vamos a poder contener. La Princesa Fabrizia Ruffo di Calabria se casó en el Lago Como con un terrorífico vestido y un terrorífico peinado. No sabemos cómo decirlo más suavemente. Lo peor es que el vestido se lo hizo una “amiga” (¿no sería enemiga…?) Os describimos el vestidito en cuestión: manga corta abullonada con botoncitos forrados, flores bordadas en el cuerpo, cintura alta, fajín plisado y falda de vuelo con cola desmontable y sin bordar. Lo único espléndido era el velo. Porque el peinado de tirabuzones, el maquillaje ausente y las florecitas en el pelo eran cursis a morir (pág. 58-59). Cero modernidad en esta novia.

Por suerte para la novia, las invitadas se lucieron mucho más. Destacan Matilde Borromeo, con un vestido de Valentino de plumetti con cristales de Swarovski en gris ahumado sobre raso y con mangas y cuerpo en transparencia (pág. 61), Blanca Benjumea (la madrina) con un racial y fantástico vestido rojo de manga larga y escote bañera de Roberto Diz (pág. 62) y, la espectacular Tamara Falcó, con un vestido rosa bordado en flores de plata de Oscar de la Renta, con falda sirena de plumas y capa de muselina (pág. 65). Tres flechas verdes como tres soles (sobre todo, Tamara).

Si Sofía de Habsburgo quiere vender los bolsos que diseña, tiene que tener un poquito de criterio y hacer márketing. Lo que no se puede es acudir a esta boda con un bolsito de raso rosa chicle que era un híbrido entre una ostra y una limosnera (pág. 63). Y encima el rosa no pegaba ni con cola. Esperamos que el bolso no haya sido diseñado por ella, porque nos ha parecido tremendo (de feo).

Ayyyyyy… ¡Qué rabia nos da cuando mujeres que lo tienen todo a su favor para ir perfectas salen a la calle con pinta de estropajosas! Hablamos de Miley Cyrus, cuyo novio le regala un anillo  de compromiso que debe valer casi lo que vale mi casa, y va ella y lo combina con una camiseta cortísima y arrugada, unas horribles botas de chica mala y hortera y unos pelos decolorados y cortados de forma asimétrica. A ese anillo le va otro estilo, Miley…

Lo de que se lleve el nude es un problema cuando tienes la piel muy blanca. Que se lo digan a Catherine Zeta-Jones, que acudió a un estreno con un vestido de Zuahir Murad de fondo nude y con flores negras bordadas. Parecía que iba desnuda y que le corría una enredadera negra por el cuerpo (pág. 85). No estaba guapa, la verdad, daba grima.

Otra novia poco favorecida de esta semana es Drew Barrymore. No tanto por el vestido de Chanel, que no estaba mal, sino por el horroroso peinado que le hicieron a la pobre. Un moño despeluchado y alto que se asemeja al que nos hacemos la mayoría cuando nos vamos a lavar la cara y no queremos mojarnos el pelo. Sin peinar, pegado y extrañamente engominado (pág. 100), es francamente desacertado.


ESPECIAL NOCHE DE PORCELANOSA EN ESCOCIA

Esta fiesta da mucho que comentar, así que le hemos hecho un apartadito especial. Aquí os lo dejamos:

Que la Duquesa de Alba va a su bola en cuanto a moda se refiere es un hecho: sus bailarinas, su pompón en la cabeza y sus colorines son un clásico. Lo que no nos gusta es que últimamente, Victorio&Lucchino le diseñan siempre el mismo modelo de vestido: con volantes como flores, lazo en la cintura y de dos colores (pág. 26). El vestido de Cayetana en la cena de Porcelanosa se parecía demasiado a su vestido de novia y a los últimos dos vestidos que ha lucido de mano de los diseñadores sevillanos. Flecha roja porque, aunque no sea así, parece que le repiten a la pobre siempre el mismo patrón de vestido.

Increíble. Lo de nuestra Isabel Preysler es increíble. Es la mejor vestida, la más elegante y la más llamativa de todas las asistentes a la cena. Y nos importa un bledo que nos la critiquen por abusar del photoshop. Nos da igual. Hay algunas famosas que ni aunque el photoshop las cambiara por completo conseguirían refulgir como nuestra Isabel.  Con un impresionante vestido fourreau de Elie Saab de escote caja, manga japonesa y cuajado de pedrería y lentejuelas, en nude, con cinturón nude y oro y clutch oro de Jimmy Choo, no se podía estar más impresionante (pág. 30). Un diez y nuestra rendida admiración para Isabel.

El fallo del estilismo de la cena lo protagonizaron Genoveva Casanova y Tamara Falcó (pág. 29). Ambas lucieron diseños de Pronovias. Estaban favorecidas y los diseños eran bonitos, pero se parecían demasiado entre sí. Ambos vestidos eran de colores nude (el de Genoveva más tirando a blanco roto y el de Tamara más tirando a rosa palo), ambos eran asimétricos (el de Genoveva con hombra izquierdo al descubierto y el de Tamara con el hombro derecho, pág. 33) y ambos estaban bordados con pedrería y tenían faldas de gasa. Posiblemente el error no fue de ellas, sino de Pronovias, que debería haberse dado cuenta de la similitud de los dos vestidos. No suspenden porque los vestidos eran bonitos (mejor el de Genoveva que el de Tamara).

También espléndida estaba Ana Boyer Preysler. Mucho más llamativa que su hermana Tamara (que ya cansa con tanto vestido nude), Ana deslumbró con un vestido verde esmeralda de Zuahir Murad completamente bordado en lentejuelas (debía de pesar una barbaridad), sin mangas, con escote caja delantero y espectacular escote en uve invertida en la espalda y con falda con cola (pág. 33-34). Quizá el clutch negro de Swarovski resultaba un poco apagado al lado del vestido pero, aún así, Ana brilló con luz propia.

Después de Isabel y de Ana, la mejor, con diferencia fue María Colonques. Estamos acostumbrados a verla poco, pero cuando se deja ver nos deslumbra. Pocas mujeres se hubieran atrevido con el palabra de honor amarillo de Elie Saab que lució María (pág. 36). Con cuerpo bordado de lentejuelas y cristales hasta la cadera y con falda de vuelo de gasa, el vestido fue un acierto y ella estaba guapísima.

Astrid Klisans es la mujer que salió peor parada, estéticamente hablando, de entre todas las que aparecen en el reportaje. La pobre posa mal. No hay más que ver la foto en la que todos lucen perfectos e hieráticos y ella intenta darle volumen a la falda de su vestido de Andrew Gn sin conseguirlo (pág.38). Porque el vestido es más bien soso comparado con los demás y encima el color entre berenjena y lavanda no se lleva nada este año. Lo intentó también con las mechas de efecto ombré (más oscuras las puntas que la raíz), pero tampoco destacó. No suspende porque competir con pesos pesados es muy difícil…

Y, ¿cómo olvidarnos de los hombres del reportaje? Todos ellos (menos el príncipe Carlos) vestidos de esmoquin. Todos muy correctos, pero se ve quien sabe llevar una pajarita con gracia y quién no… Entre los que saben, Cayetano Rivera y Manuel Colonques. Entre los que no, Carlos Baute y Alfonso Díez. Las pajaritas de estos dos últimos hombres eran demasiado rígidas y demasiado grandes…


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