La semana pasada nos
saltamos nuestra cita habitual con nuestra revista de cabecera, pero esta
semana no pensamos hacerlo. Aunque la portada promete poco, porque del estilo
de la Princesa Letizia no hablamos ya que nos parece correcto y soso y nunca
nos sorprende, el interior está repletito de cosas para analizar. Así que allá
va lo que hay que copiar y lo que no del ¡Hola! de esta semana:
En el primer reportaje, el
arquitecto Joaquín Torres y su familia nos enseñan su casa. Pero vamos a lo que
nos interesa. El estilismo del reportaje y de la mujer de Joaquín, Mercedes,
viene firmado por nuestra Naty. Y la verdad es que nos ha sorprendido y no para
bien. Los dos estilismos que luce Mercedes, un vestido de cuerpo abullonado con
escote halter y falda pañal con colar en color verde lima (pág. 7) y otro azul
turquesa de escote en uve y de tirantes
con cinturón joya (pág. 11), son poco espectaculares e impropios de nuestra
Naty. Y el detalle de fotografiar el vestidor con cinturones de Gucci y de YSL
y un bolso de Vuitton, como si habitualmente estuvieran allí “tirados”, es un
poco ostentoso y pelín hortera (pág. 12). Vamos, que es poco natural.
Siempre lo decimos: que
una mujer esté embarazada no implica necesariamente una perdida de estilo. ¿Un
ejemplo? Pues Elsa Pataky en el estreno de “Los vengadores” en Londres (pág.
20). Elsa estaba guapísima (y embarazadísima) con un vestido verde esmeralda de
Hoss Intropia de escote halter y corte griego (bajo el pecho) y uno de los
peinados de moda de esta temporada: una trenza lateral de espiga. Bravo por
Elsa.
Una pequeña crítica a la
Princesa Magdalena de Suecia. Cuando una luce un trench con vestido, tiene dos
opciones: o el vestido es por lo menos un palmo más largo que el trench, o el
vestido es mucho más corto que el trench. Pero que se asome medio dedito de
vestido por el trench queda feo porque parece que el trench tiene un dobladillo
de más, como le pasa a Magdalena (pág. 24). Pero como el trench es bonito y del
mismo color exacto que el bolso de mano, pues no la podemos suspender.
Buff, cada vez es más
evidente que Tamara Falcó ha heredado el estilazo de su madre. Te podrá parecer
más o menos simpática, más o menos lista o más o menos guapa, pero es innegable
que la chica tiene gracia vistiendo. No hay más que ver con qué acierto y qué garbo lució un total look de Gucci en la fiesta de la firma: pantalones negros
con una amplia franja vertical en blanco (como si fueran galones de un pantalón
de smoking contrastados), cuerpo en negro con transparencias asimétricas, blazer
corto animal print en blanco y negro, minibolso de charol con cadenita en oro y
unos magníficos peep-toe negros con tacón en oro (pág. 28). Espectacular. No
todas hubiéramos lucido ese outfit tan extremado con esa despreocupación.
¡Argggg! Lo que le faltaba
a la pobre. Ya de por sí tiene una espalda hombruna y muy desarrollada debido a
la práctica profesional de la natación, lo que hace que su cabeza parezca más
pequeña en contraste con su amplia espalda. Y sus rasgos no son especialmente
dulces, así que no sabemos quién ha sido la estilista iluminada que le ha
recomendado a la princesa Charlene que se corte el pelo “a lo garçon” (pág.
30-31). No está nada favorecida, la pobre…
Hay que reconocer que la
que tuvo retuvo. Que Antonia dell’Atte fue una fantástica modelo resulta
evidente. No hay más que ver cómo posa: barbilla alta, torso girado casi 45
grados con relación a las piernas, espalda casi en plena torsión y brazo en
jarras, apoyado en la cintura. ¡Ah! Y con gafas de sol y pamela gigantesca.
Deberíamos aprender a posar así todas (pág. 32).
¡Qué daño hace el
photoshop! Un buen fotógrafo hace una foto preciosa, como la de nuestra Naty
rodeada de niños en Camboya (pág. 40), y luego a alguien se le ocurre que Naty
no está estupenda tal y como es. ¡Una falacia! Y ese alguien decide que la foto
hay que retocarla y le tunnea con photshop. ¿El resultado? Que en vez de estar
guapa, como siempre, a Naty parece que le han puesto una careta de papel. Una enorme
flecha roja para el responsable de esos retoques fotográficos.
A veces, no hacen falta
cortes barrocos, ni montones de volantes, ni un montón de complementos para
lucir espléndida. Nieves Álvarez inaugurá una tienda de Pandora con un sencillo
fourreau de manga japonesa y falda lápiz por la rodilla en color amarillo
mostaza. Y no necesitó nada más para brillar (pág. 54). Un diez.
Hay que reconocer
que, a nosotras, nos gusta más el bling-bling y los dorados que a un crío una
caja de lápices de colores. Por eso nos encanta el vestido mini de escote
strapless lleno de tachuelas doradas que lució Irina Shayk en la presentación
de un nuevo sujetador (pág. 56). Aunque le hubiéramos cambiado los peep toe por
unas sandalias o por unos clásicos salones, le ponemos flecha verde.
¡Qué horror! En la entrega
del Premio Cervantes, divisamos una mesa camilla color vino tinto. ¡No! No era
una mesa camilla, era Camen Alborch con un vestido abrigo de seda con bordados
en oro viejo, cortado al pecho y con falda de vuelo, solapas de terciopelo y
fajín de terciopelo (pág. 72). Será de marca, pero es absolutamente nada favorecedor. Flecha roja de
las grandes.
¡Bravo! Patricia Rato ha
vuelto. Después de un par de meses de no verla por las revistas, o de verla con
outfits más bien sosos, ha reaparecido en “la noche de las mil y una mesas” con
un look muy conseguido: top escote halter en negro y escote en uve tipo
cortinilla y falda blanca de corte sirena con cola, sandalias y pulseras en
plata (pág 84-85). Nos alegra que conserve su estilo.
En la misma fiesta, la
psicóloga Samantha Vallejo-Nágera, poco habitual del papel cuché, nos enseña
que no hace falta gastarse un dineral en un vestido para ser de las más
elegantes. Samantha se atrevió con un fourreau de escote barco, largo y cuajado
de lentejuelas oro de BDBA (pág. 86). Completó el conjunto con unos grandes
pendientes oro de aro y bolso limosnera de pétalos rojo sangre. Quizá el
floripondio rojo sangre que se puso en el hombro derecho sobraba, pero por
elegir una marca asequible para ir a un fiestón, le damos un aplauso y le
ponemos flecha verde.
Y ya, el último comentario
sobre una de las asistentes al fiestón: Jose Toledo. Esta chica nos enamora. Es
guapa, educadísima y estilosa. Una muestra de lo que decimos es su limpio y
perfecto outfit: una simple baggy shirt blanca de cuello caja y manga larga
combinada con una fabulosa gargantilla de oro blanco brillantes y zafiros
rosas. Impresionante (pág. 94).
Norma Duval, con su tipazo
de siempre, posa para anunciar que va a ser abuela. Y posa con estilismos de su
propio armario, nada de ropa prestada. ¿Cómo lo sabemos? Pues porque los
zapatos que luce en el posado (pág. 96) los repite para hacer de madrina de
honor de una exhibición de caballos en Sevilla (pág. 102). Unos peep toe nude y
rosa palo que no es que nos emocionen. Lo que nos emociona es que no haya
dejado que la vistan para posar, como la mayoría. Eso es tener personalidad.
Parece mentira que
pudiendo elegir las prendas más bonitas de las mejores marcas y pudiendo
gastarse un dineral en ropa, Blanca y Borja Thyssen se decanten por unos looks
zarrapastrosos que hasta les hacen parecer sucios: jeans desgastados, rotos y
desteñidos, cazadoras de cuero mugrientas, zapatillas agujereadas y
polvorientas… (pág. 103). Un atentado estético.
Que el hermano de Pe tiene
un estilo grunge guarrete, ya lo sabíamos. Y una cosa es que a su novia, Eva
Longoria, le guste el chico y otra cosa es que no sólo no admita que el estilo
de él es dudoso sino que encima decida ella adoptar el estilo marranete de él
como propio. Ir por ahí con pantalón de chándal, gorrita de baseball de
propaganda y camiseta gris arrugada no es propio de Eva Longoria (pág. 108).
Una lástima.
Guti y Romina se compran
pantalones pitillo dos tallas más pequeños que la que necesitan. El resultado
es unos pantalones llenos de arrugas que marcan más de lo que deben. Creemos
que hasta les cortan la circulación además de sentarles fatal (pág. 110). Y
ojito, Romina, que llevar pantalones demasiado estrechos es un factor
determinante para la aparición de la temida celulitis… Nosotras sólo te avisamos…
¡Cómo nos gusta Eva
González! En la inauguración de una avenida con su nombre en Mairena de Alcor,
eligió un vestido que aunaba tres de las tendencias más de moda de esta
temporada: el color verde, el estilo años veinte (flapper) y los plisados.
Estaba estupenda (pág. 112).
¡Qué disgusto! Con lo que
nos gusta el estilo de Lourdes Montes y esta semana vamos a tener que ponerle
flecha roja. Lourdes acudió a ver una corrida en La Maestranza y erró con su
estilismo: un vestido camisero color piedra que le quedaba inmenso y era largo
hasta los pies y que ataba con un mini cinturón marrón. No estaba nada
favorecida. Sólo se salvaban los zapatos años veinte marrones que su hermana
también llevaba en plata (pág. 114) y que también le hemos visto a la princesa
Letizia en la entrega de premios del Círculo de Prensa (pág. 68).
Hay vestidos de flamenca
que podrían lucirse en cualquier evento. Por ejemplo, el vestido rojo
anaranjado de Rocío Peralta que luce Inés Sastre en el reportaje especial de
moda flamenca (pág. 120-122). Con escote barco y volantes de falda y mangas
llenos de pequeños plisados, el vestido es una verdadera delicia. Posiblemente
sea un vestido ajeno a la moda flamenca de este año, con estampados y muchos
colores chillones, pero es tan elegante que nunca pasará de moda.