El ¡Hola! de esta semana nos muestra una boda que hemos vivido etapa por etapa en los últimos meses: la de Carla Goyanes. Con nuestra Naty Abascal como coordinadora implícita de la boda, no nos extraña nada que la mayoría de invitadas hayan acertado con los modelitos. O sea, ¡que hay mucho que ver! Además del apartado especial de la boda en cuestión (que ocupa tooooooda la portada) aquí os dejamos lo que hay que copiar y lo que no del ¡Hola! de esta semana:
Además de la boda, nuestra Naty ha coordinado el reportaje de Lina Botero en el yate de su padre. El yate es precioso (¡quién pudiera irse de vacaciones en él!) y, como era de esperar, el vestuario no desentona: un precioso vestido de estampado floral (flores grandes que no resultan estridentes, todo un hallazgo) de Blugirl es elegante y estiloso (pág. 5); el conjunto de pitillos blancos y cardigan de cuello en pico negro, de Mango, o el vestido blanco, también de Mango, dos prodigios de sencillez al alcance de todos los bolsillos (pág. 9 y 10); y el top ten de los estilismos escogidos: los mismos pitillos blancos con una camisa fucsia de Blumarine y cinturón naranja y verde de Yves Saint-Laurent (pág. 11). Este último estilismo es una lección sobre cómo seguir la tendencia color block si no eres muy atrevida. Un diez.
De nuevo embrazadas que meten la pata. Carla Bruni siempre acierta con los zapatos (esta vez también, con unas sandalias romanas deliciosas) pero no siempre acierta con el vestuario. Cursi a morir es el vestidito rosa pre-mamá cortado bajo el pecho y acabado en un enorme volante (pág. 17). No le favorece nada y la hace más redonda de lo que está.
Muy americana la boda de Patrick Kennedy. Con ese puntito repijo-horterilla, que a veces se ve en Hilfinger. ¿Cuándo se ha visto un novio con pantalones blancos y chaqueta azul marino con botones dorados? Si nos llegan a decir que el novio es capitán de un crucero, nos lo creemos. Solo le faltaba la gorrita marinera. Arggggg…
Ideal Alejandra, la hija mayor de Espartaco y Patricia Rato, recién salida de un tren. Apuntad: shorts denim, shopping bag marrón, y camiseta XXL con el estampado de moda (mariposas). Melena al viento y reloj flúor. Perfecta (pág. 93).
Que Fabiola, la mujer de Bertín Osborne, es un pedazo de mujer, es indiscutible. Guapa e inteligente y, además, siempre bien vestida. En la presentación de un perfume, lució un estilazo sencillo y brillante: un vestido asimétrico de Adolfo Domínguez de pequeños pliegues en color azul turquesa, adornado con un fino cinturón en gris. Vamos a buscar ese vestido en las rebajas, ¡sin falta! (pág. 94).
Hacía tiempo que no la veíamos, y quizá hubiera sido mejor no verla… Un conjunto de elegantes se fueron a una fiesta organizada por Paloma Segrelles y allí que se plantó Genoveva Casanova. Y antes de salir de casa no se miró al espejo: un mono morado que parecía un salto de cama y que le hacía un pecho extrañísimo, un inmenso collar de coral, un cinturón-fajín en lamé plateado y chal color coral. La idea era buena, todas las prendas eran bonitas por separado (especialmente el collar) pero el conjunto resultó nefasto (pág.97).
Mejoró su estilo habitual aunque tampoco acabó de convencer, Blanca Cuesta en la misma fiesta que Genoveva. Minivestido con aire japonés, en blanco y rosa palo, excesivamente corto y sandalias en fucsia. La melena alisada y con un perfecto color. Aprobó, aunque no con nota (pág. 97).
El reportaje de moda baño de María Palacios es de los que da gusto ojear. Los bikinis escogidos son preciosos y ella es muy mona. Pero el exceso de photoshop es tal, que se nota, y eso desluce el reportaje mucho. De una flecha verde, especialmente por la camisa blanca de volantes de Flamenco (pág. 117), a una flecha amarilla por esa luz irreal de las fotos y porque es imposible que esta chica no tenga ni un pliegue en todo el cuerpo…
Especial boda Carla Goyanes:
Empezaremos por los dos vestidos que llevó la novia. Los dos de Rosa Clará y los dos clásicos y favorecedores. El primero de escote en uve delantero y trasero, con cola saliendo de la cadera, estilo polisón y completamente bordado. Preciosos pero sólo apto para altas y delgadas como Carla (pág. 31 y 63). El segundo, más festivo, un strapless, con pliegues tipo vendaje, hasta las rodillas y rematados con suaves y grandes volantes de capa. Mucho más juvenil (pág. 88). Los zapatos de Jimmy Choo no defraudaron tampoco (pág. 32). Por ponerle un pero, quizá los pendientes de Suárez eran demasiado grandes para una novia.
La más elegante de la boda, por goleada, nuestra Naty Abascal (que conste que no lo dudábamos). El vestido de Giambattista Valli es para meterlo en una urna y dedicarse a admirarlo nada más levantarse por las mañanas (pág. 30). En coral y blanco, con un bordado de coral en las mangas, un cuerpo de pequeñas flores blanca, cinturón-fajín a tono y falda lápiz de encaje blanca con stilettos a tono y una cartera-sobre de piel grabada en color coral de VBH y una espectacular pulsera serpiente en oro blanco y brillantes (pág. 41). Bufffff…Inmejorable, increíble, sin palabras nos hemos quedado…
Estupendas también la madre y la hermana de la novia. Ambas siguiendo la tendencia del color block (observad que prácticamente ninguna invitada llevaba prendas de colores pastel ni grises ni maquillaje, están destronados como colores in). Cari madre con un elegante vestido verde césped de Oscar de la Renta (íntimo amigo de Naty) y peep toes de Louboutin en fucsia. Un poco cursi el clutch de brillantitos y cierre de piedras de colores. La hija, Caritina, presumiendo del tipazo con el que se está quedando, con un vestido bicolor de escote en uve con drapeado central en “buganvilla y naranja” (según la redactora) aunque a nosotros nos parece morado y frambuesa, será un efecto óptico… Desentonaron las sandalias negras, por muy Yves Saint-Laurent que fueran, no pegaban ni nada (pág. 35). Aún así un notable alto para las dos.
La más impresionante de la boda, la abuela de la novia, la vizcondesa de Villamiranda (pág. 35). Con un vestido fucsia de Rosa Clará y un porte que muchas quisieran, dejó a la mayoría de las invitadas en un segundo plano. La que tuvo, retuvo, o eso dicen.
La pareja formada por el Duque de Feria y Laura Vecino cada vez nos decepcionan más. Que ella no sigue los consejos de su suegra, es un hecho. Su vestidito negro y coral de Juanjo Oliva era pobretón. Y combinarlo con peep toes nude fue una pésima idea. ¿Y él? Con un traje de raya diplomática oscurísimo, que hubiera ganado enteros con una corbata más clara o con un chaleco más claro. Pero no. El chico se puso una corbata morada y un pañuelo verde y no triunfó, a pesar del pedazo de planta que tiene. Una pena (pág. 40).
Y ya empezamos con las invitadas. No nos gusta el traje rosa pastel, largo y con vuelo de Teresa Bacca Astolfi (pág. 42 ) Tan rubia, tan clara de piel, tan rosa pastel toda ella… No era nada elegante. Por mucho Dior que fuera.
Núria González acertó con el color de moda, el coral. Pero el corte de su vestido, como suele ser habitual en ella, era de señorona y le ponía años encima. Con el tipazo que tiene, puede permitirse un poquito más de riesgo. Aún así, no suspende, por clásica (pág. 43).
Guapa a rabiar la nuera de Gunilla von Bismarck, Elisabet. Con un espectacular vestido color turquesa (que favorece una barbaridad a las morenas) con escote barco y una increíble falda con pliegues que se cruzaban en diagonal. No sabemos de quién era el diseño, pero lo investigaremos para felicitar al autor o autora y seguirle la pista (pág. 44).
¿Qué está pasando con Vitorio y Lucchino? Porque la creación suya que lució Ana Gamazo era cualquier cosa menos favorecedora. Gasas colgando haciendo picos con una manga corta y otra larga pero abierta, con un intento de estilo años veinte que no cuajaba… (pág.44) Sólo se salvaba el color y que ella lo llevaba con dignidad.
De aplauso, Elena Cue. Cuando acierta, llama la atención. Elena se marcó un vestido de gasa morado, largo, con un drapeado a la cintura, adornado con una cinta a modo cinturón, temrinada en un lazo y con un tirante liso y fino y otro con volantes recogidos formando una flor. Precioso. Los complementos en cobre, otro éxito seguro (pág. 45).
Terrible la tía de la novia. Míriam Lapique se lleva la puntuación más baja de la familia. Con un vestido violeta, escote halter y excesivamente corto. Con medias muy finas pero demasiado oscuras, un chal grosella y unas sandalias de colorines con una enorme plataforma poco acorde con el evento al que acudía (pág. 46). La tenemos que suspender.
Un poco sosa Tamara Falcó, con un vestido de Pronovias, asimétrico, de escote corazón, con un drapeado lateral cerrado con broche, en color gris-azul empolvado. Demasiado claro el color, demasiado sobria toda ella, aunque elegante. Flecha amarilla, y con desilusión porque esperábamos más de ella (pág. 47).
No sabíamos si suspenderla o no, pero al final la hemos suspendido. Núria March, con un vestido estilo años veinte, ablusonado, de lamé verde manzana tornasolado y con plumas en el bajo. Excesivo y raruno, pero con el pelo recogido y un clutch sobre en cobre, hubiera aprobado (pág. 48).
Muy estilosa Eugenia, hija de Bertín Osborne, con una falda pantalón en negro y naranja bordada en lentejuelas y de una estupenda caída, y un cuerpo en negro con un enorme lazo de raso en el pecho. El clutch sobre extralargo y estrecho, una muy buena idea. Notable alto (pág. 48)
El despropósito de la boda, Begoña Trapote, con un vestido blanco de lunares negros con una flor enorme a la cintura y con una falda acampanada que daba miedo. Aceptable para ir a la feria de abril, pero a una boda no. (pág. 49)
Acertada, Fiona Ferrer. El vestido strapless con lazo en el pecho, color morado combinado con joyas en turquesa era una gran elección. Fallaron los zapatos: unos salones nude con tacón de madera marrón oscuro. Eran de sport y demasiado cerrados para esta época del año (pág. 49).
El descubrimiento de la boda, la hija de Maribel Yébenes, Míriam. Con un fourreau palabra de honor con drapeado recogido en vertical desde el pecho hasta la cadera en naranja cítrico. Y complementos en cobre. Si se hubiera recogido el pelo habría tenido un sitio entre las top ten de la boda. Seguro (pág. 49).
Hay que llevar cuidado con los tocados, ya lo hemos dicho otras veces. Pueden estropear cualquier buen outfit. Ejemplo: la madre del novio escogió un vestido clásico color coral que le favorecía una barbaridad, pero el tocado, tenía pinta de paloma enfermita a la que le había dado un pasmo a medio vuelo y había caído sobre la cabeza de la señora. Suspendemos al tocado, que no a ella (pág. 52)
Carmen Martínez Bordiu, en su línea. Su vestido color frigopié (el helado ése, color rosa chicle) era demasiado corto y demasiado escotado. Y el chal naranja no pegaba ni con cola. Eso sí, ella, muy coqueta, se pintó las uñas de los pies rosa flúor. Y por su coquetería, no la suspendemos, porque estaba guapa y todo (pág. 70).
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