11 de septiembre de 2011

LA OBSERVADORA: EL ¡HOLA! DE ESTA SEMANA, 14 DE SEPTIEMBRE

Definitivamente, nuestra revista de cabecera está buscando nuevas musas del glamour. Esta semana la pugna por suceder a Isabel Preysler en el trono del glamour está entre Tamara Falcó, a la que se le dedican esta semana tres reportajes, y Adriana Abascal, que de la mano de nuestra Naty intenta convencernos de que ella lo vale. Además, nos encontramos a varias estrellas en la Mostra de Venecia y a varias “estrelladas” españolas en el festival de cine de Vitoria (una ciudad preciosa, por cierto). Allá va lo que hay que copiar y lo que no del ¡Hola! de esta semana:

Empezamos con el primer reportaje, el de las hermanas Ecclestone, que posan, sin una pizca de naturalidad, enseñándonos sus vestidores. Sus estilismos casual son aceptables, pero sus estilismos para ocasiones especiales son excesivos y con poquita clase. Un ejemplo: el vestido azul turquesa con lentejuelas, encaje y pompones, y con la espalda al descubierto cosida a cintitas, que luce Petra Ecclestone (pág. 6), es hortera hasta decir basta. Y lo de vestirte acorde con la decoración de tu casa es otra horterada. El vestido fucsia de Petra no estaba mal, pero ponérselo para ir  a juego con un bulldog gigante rosa de cerámica y unos labios gigantes de Swarosky también en fucsia (pág. 16) es un despropósito.
El estilo de Laura Vecino no nos gusta. A veces las combinaciones extremas no salen bien, y es su caso. Combinar pitillos azul navy con una camiseta blanca y negra de calaveras, una camisa de cuadros de leñador roja y azul marino, una chaqueta estilo militar azul marino con ribetes rojos y botonadura dorada y unas cuñas nude de esparto, es apuntar demasiado alto (pág. 23). Roza el histrionismo y no queda bien.
Otra que se ha equivocado esta semana es nuestra Sara Carbonero. Con un vestido tipo jarrón, palabra de honor y abullonado hasta los tobillos, en rosa, negro y blanco, con bordados y tiras de encaje, la chica estaba muy poco favorecida: le hacía un pandero que no tiene. Y encima el vestido era feo. La tenemos que suspender (pág. 24).
No convence tampoco la princesa Charlene, aunque no suspende. En el baile de oro del Yorkshire Variety Club, lució un vestido de encaje-brocado dorado y forro nude con escote en uve que era muy bonito pero que no le hacía justicia (pág. 27). El corte del vestido bajo el pecho evidenciaba su ausencia de cintura. Una pena. 
Parece que esta semana estamos negativas, pero no es cierto. Es que las royals y las famosas no han estado finas. Una excepción: la princesa Mette-Marit parece que intenta cambiar su estilo y no está del todo mal (pág. 28). Con un abrigo blanco de corte recto sobre vestido a tono, un tocado negro de plumas con redecilla sobre los ojos, clutch animal print en blanco y negro y los labios rojos, mejoró una barbaridad. Flecha verde.
Argggggg…¿Por qué la princesa Victoria de Suecia y la princesa Marta Luisa de Noruega no se ponen zapatos normales? Ponerse un dos piezas de seda salvaje azul pastel y unos botines negros es un horror, se mire por donde se mire (pág. 30)
En la alfombra roja del festival de cine de Venecia triunfaron dos colores: el nude (en gamas desde el champán hasta el rosa palo) y el negro. En época de tránsito de temporadas (de verano a otoño), no hay nada como confiar en los colores neutros para triunfar. Las que apostaron por el nude fueron Keira Knightley con un precioso Valentino de encaje que sólo se podía poner ella o alguien con una silueta tan escueta como la suya; Diane Kruger, con un Elie Saab también nude y cuajado de strass (pág. 36); y Gwyneth Paltrow, con un impresionante Prada y que es, a nuestro parecer la ganadora del premio al mejor vestido nude: escote halter cerrado con un precioso lazo, espalda descubierta y cuerpo entallado hasta la cadera y rematado con un único volante (pág. 37). Las que apostaron por el negro fueron Bar Rafaeli con un extraño mono (jumpsuit) con encaje y Mónica Bellucci con un poco acertado vestido de tirantes pero con mangas y también de encaje (pág. 39).
La originalidad de la Mostra de Venecia la puso Madonna. Con un vestido de Vionnet en azul pastel con pequeñas mariposas de strass color coral bordadas y unas wayfarer rojas, podía haber resultado un poco zafia, pero resultó divertida. Aprueba con nota (pág. 38).
La triunfadora de la Mostra fue Salma Hayeck con un espectacular vestido gris humo strapless con una impecable falda de volantes firmado por Gucci. Clutch a juego y un sobrio recogido para la más elegante (pág. 40).
Nos parece guapísima, pero su estilo no nos gusta. Intentar moderneces si no sabes nada de moda da lugar a estropicios como el del vestido-camiseta negro de Mariló Montero, con un bordado de strass con mensaje en el bajo (pág. 48). Una cursilada.
Una falta de protocolo grave y una falta de respeto la de Carolina Adriana Herrera, mujer de ‘El Litri”, que fue a un entierro con pantalones de sport blancos, camiseta de algodón azul tiza y ¡gafas wayfarer rojas! Como si el entierro la hubiera pillado paseando por el puerto y no se hubiera cambiado. No hace falta ir de riguroso luto, pero en los entierros no es de recibo ir de colorines (pág. 50).
Estilazo el de Lourdes, la nueva novia de Fran Rivera: minifalda con estampado de pájaros (es tendencia), blusón amplio en tela vaporosa (también tendencia) y sandalias y bolso color cuero. Espléndida. A ver si sigue así y le pondremos la etiqueta de it girl (pág. 56).
Es lo que tiene la ropa interior de colores, que es muy bonita y muy favorecedora, pero puede darte un disgusto. Que se lo digan a Fiona Ferrer, que en la fiesta posterior a la corrida de Ronda, iba ella muy digna con un precioso vestido rojo escote en uve y… se le veía por el escote la puntilla de un sujetador azul turquesa…(pág. 66).
Terelu Campos es una profesional a la que no le cuidan suficientemente la imagen. Es simpática y muy educada. Pero no tiene ni idea de moda. Una lástima. Para empezar debería pensar que no porque te embutas en un traje pequeño, vas a parecer más delgada. Lo que aprietas por un lado, tiende a salir por otro… El vestido asimétrico rosa fucsia que se puso para celebrar su cumpleaños, no era feo. Era estrecho. Con una talla más hubiera estado mejor (pág. 102).
Argggggggg…No nos recuperamos del susto. Ya hemos comentado en otros posts que las embarazadas, muchas veces, pierden el norte estilístico en cuanto se ven un poco de tripa y se creen que todo les está permitido. Pues no. El look de Chayo Mohedano, gorra blanca, pantalones morunos negros, bikini negro y camisola negra de redecilla, con sandalias marrones y bolso azul y negro es imperdonable. Y horrible (pág. 104).
Y otro…Argggggggggg…¡Por favor, qué dolor de ojillos! Sabíamos del gusto rockero y alternativo de Pilar Rubio, pero hay cosas que son inexplicables. Como combinar un short rosa desteñido y cutrecillo con una camiseta de tirantes roja, con una sobre-camiseta con estampado indefinible, un bolso de tela de saldo y chanclas también de saldo (pág. 110), que no es comprensible. Eso sí, con carmín rojo, porque no me visto bien, pero sí que me maquillo bien, ¿no? Ayyyyy…
A ver. Para ir a un festival de cine, y más en una ciudad tan bonita como Vitoria, has de ponerte tus mejores galas. ¿En qué estaban pensando nuestras actrices y famosa patrias cuando se vistieron? A excepción de Vanessa Romero (cuyo vestido no era precioso pero resultaba adecuado para la ocasión) y de una discreta Blanca Suárez con un little black dress asimétrico, el resto, daban pena (pág. 112). Terrible el vestido de Emma García (y más acompañado con cuñas ¡de corcho!) y más terrible aún el indefinible abrigo estampado de Ana Rosa Quintana. Sin él igual hubiera aprobado porque el vestido de satén color mostaza, que llevaba debajo del inaudito abrigo, no estaba mal (pág. 113).
Y para finalizar, el reportaje de Adriana Abascal. A pesar de que los estilismos son de nuestra Naty, como no nos gusta la modelo, no podemos ponerle una flecha verde. Todo en Adriana resulta artificial y con un punto kitsch de “diva” que nos echa para atrás. Aún así, reconocemos la mano de Naty: el vestido de Zuahir Murad (pág. 117) en azules y paillette, con escote en uve es precioso y excesivo y hemos de reconocer que a Adriana le va (que nos lo ponemos nosotras y parece un disfraz de sirenita); precioso también el capazo de rafia cuatricolor fucsia, rojo, naranja y granate (pág. 119); el sombrero granate y pajizo de Miche Meyer (pág. 120); y muy favorecedores los monos animal print de Blumarine (pág. 122 y 123). Lo que menos nos ha gustado: esa inmensa cruz de Marta Marzotto (pág. 122) que tiene pinta de pesar un montón y de ser dificilísima de combinar.

Aquí llegan los reportajes de nuestra Tamara Falcó. El primero con su hermana y su padre en su cortijo, el segundo con los mismos pero yendo de boda y el tercero yendo en bici. Para empezar, decir que esta chica gana mucho vestida de sport. Cuando se viste de fiesta no siempre acierta (aunque reconocemos que cuando acierta la puntuamos siempre muy alto).

Destacamos especialmente del primer reportaje, unos cuantos estilismos y algunos detalles: los zapatos de Uterqüe (pág. 71), de tiras y cordones, casi como botines, que son preciosos (hemos visto unos parecidos también en Bimba y Lola de la temporada pasada); la mezcla de  camisa denim y chinos color toffee (pág. 74); y el outfit de pantalón blanco con camisa nude de manga vuelta (pág. 77).
Nos horroriza el conjunto de camiseta de tirantes blanca, borsalino de paja, y mini-shorts color arena…¡¡con botas de agua!! ¿Pero iba a pescar? Porque es lo que parecía… (pág. 81)
También nos horroriza la chaqueta tipo tirolés (que nos recuerda a Austin Powers) en verde césped que le pusieron los estilistas al pobre padre de Tamara (pág. 71). Y encima iba con calcetines verde manzanita y con corbata. ¡Qué pena! Con lo bien que está en fotos posteriores vestido de sport con chinos y camisa de cuadritos. Mensaje a los estilistas: no hace falta disfrazarse para ser un señor. A él le sobra clase y no le hacen falta esos modelitos.
En la boda a la que asistieron, Tamara no cuajó el estilismo. Las gasas haciendo volantitos y los drapeados extraños de su vestido no resultaban favorecedores. Hasta el clutch de rayas azules y blancas de strass era raruno (pág. 87). Y el chal de otro tono de azul era un “quiero que combine y no puedo”. Flecha roja.
Mucho mejor, como decíamos antes, de sport. Con jeans y camisola blanca y sencillas zapatillas deportivas blancas, recuerda a la sencillez y elegancia de su madre. Perfecta (pág. 90-91).

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