31 de julio de 2011

LA OBSERVADORA: EL ¡HOLA! DE ESTA SEMANA, 3 DE AGOSTO

Ha llegado el mes de veraneo por excelencia, se han acabado las bodas, de momento, y ya empezamos a encontrar reportajes playeros en el ¡Hola!. En portada nos encontramos, además de con Mónica Martín Luque (con un vestido color grosella con mangas con transparencias que es cursi a morir), con Elena Tablada y con Paula Echevarría. Dos estilos de mujer diametralmente opuestos. En el interior de la revista, algunas cosas que ver y muchas que no deberían verse... Allá va lo que hay que copiar y lo que no del ¡Hola! de esta semana:

El primer reportaje, salta a la vista, es obra de nuestra Naty Abascal. Imposible que Genoveva Casanova, con su habitual estilo pelín provinciano, hubiera estado tan acertada con sus outfits ella solita. La mano de Naty se ve en la perfecta combinación de colores y en la acertadísima elección de los complementos. Los dos outfits de las páginas 6 y 7 son un prodigio de aplicación del color block. El vestido naranja de escote halter con lazada lateral es favorecedor y resalta las ideales sandalias negras, fucsia y amarillo limón. La mezcla de pantalones naranja con camiseta verde césped y camisa azul turquesa con sandalias tricolores (naranja azul y fucsia) es otro acierto. Y el vestido verde con fajín colorista tipo mexicano es una alegría para nuestros ojillos porque creemos haberlo visto rebajado en Mango (pág. 16). ¿Qué cómo es la casa de Genoveva? Pues la verdad es que no debe ser tan espectacular como su vestuario, porque ni nos hemos fijado…
El primer reportaje de playa es para Marta Sánchez. La verdad es que la chica, generalmente, tiene un look llamativo y chic. Pero en demasía, resulta hortera a veces y poco apropiado otras. A la playa no se puede ir con un vestido de encaje y un cinturón de cuero (pág. 20) Ni nos imaginamos cómo debió de quedarse el encaje después de dejar el vestido en la arena. Es como ir a la pescadería con un vestido de noche cuajado de paillette. O sea, ridículo e inapropiado. Y lo peor…¡el triquini! (pág. 21) Que si escotazo en uve, que si aberturas estratégicas en la cadera, que si cadenita dorada en el tirante…Horrible, de vedette. De todo el estilismo sólo se salva el borsalino de paja. Suspendida.
Mucho más normal y siguiendo las tendencias, Helen Lindes, con un bikini triángulo en el animal print más solicitado (serpiente). Lo de la faldita negra de algodón tipo chándal es lo que nos hace ponerle una flecha amarilla y no una verde (pág. 23)
Y el mejor estilo playero: el de Paula Echevarría. La verdad es que dejaríamos que esta chica nos asesorara a la hora de ir de tiendas. Con un bikini rojo muy favorecedor, un caftán blanco y rojo, gafas wayfarer ¡en rojo!, y un sombrero de paja, está para hacerle la ola. Aunque si en vez de un sombrero cowboy se hubiera puesto una pamela sería un diez y no un nueve. Aún así, tomamos nota del estilismo para copiarlo en nuestras escapadas (pág. 24-25).
¡Qué alguien nos explique el estilo cutre-grunge de la novia de Kyril de Bulgaria! Entre que la pobre chica está excesivamente delgada, que lleva las mechas sin hacer desde hace un par de meses, y que la indumentaria es anodina, no hay quién le encuentre algo positivo a la pobre…¡Y esas gafas maxi que le tapan media cara! Da penita (pág. 28-29).
Nos reconcilia con el mundo ver que hasta las princesas están fatal recién salidas del mar, con los pelos pringosos por la sal, la toalla-pareo enrollada en la cintura y una camiseta mojada (pág. 30). Carolina de Mónaco de ésa guisa nos ayuda a sentirnos mejor y por eso no la suspendemos (aunque hay que reconocer que el atuendo no es muy glamouroso).
No se puede ir a una boda con una camisa blanca de manga corta y un cinturoncito de cuero aguantando una anodina falda lápiz. Y menos si la boda es de tu familia y es una familia Real. Rania de Jordania patinó al elegir su outfit para la boda de su primo político (pág. 32-33). ¡Parecía vestida para inaugura una feria cualquiera! Mucho mejor Noor de Jordania (siempre perfecta) con un caftán en rosa palo y plata.
Elena Tablada dice en su entrevista que no presta atención a lo que dicen de ella. Pues debería escuchar a un estilista de los buenos y dejarse aconsejar. Es atractiva y tiene una estupenda figura que no debe estropear poniéndose vestidos como ese minivestido turquesa strapless, con drapeado extraño bajo el pecho y tela colgando de la cintura como una minicortina (pág. 48). Y debería dejar de abusar de pulseritas en ambas muñecas y collares a tutiplén, que  pasar del estilo hippy al perroflauta es excesivamente fácil…
Impresionadas nos hallamos con el tipazo y el estilazo de Rocío Carrasco, que nunca se había caracterizado por su gracia en el vestir. Su vestido ibicenco, largo y con estampados en azules, las gafas aviador y las sandalias romanas, son una buena combinación. El bolso es excesivamente playero, pero se lo perdonamos (pág. 55)
Ya estamos acostumbradas a ver a la Duquesa de Alba vestida con tropocientos colorines y como a ella le da la gana. Su estilo refleja su personalidad. Pero que su exnuera, Eugenia Fernández de Castro, se dedique a intentar imitarla, nos parece una memez. Ni le pega, ni le sienta bien ni es aceptable (pág. 56). Falda roja arrugada, con camiseta blanca, sobrevestido blanco de volantes blanco, chal de florecitas en rosa chicle, medias de rejilla rojas y bailarinas fucsia. ¡Ah! ¡Y collar de piedrecitas! Un completo despropósito.
Simoneta Gómez Acebo sigue en su línea perfecta. Nos gusta. Falda verde, camiseta blanca, chaqueta de punto blanca y sandalias de esparto (de cuña) en beige y plata. Y un corte de pelo de lo más favorecedor (pág. 59). Hay que felicitarla.
En cambio, a Patricia Rato hay que reñirla. ¿Qué le pasó por la cabeza para ponerse semejante conjunto de prendas? Pantalón capri negro de camal ancho, mega blusón azul índigo de manga larga, sandalias nude con tacón de bote de tomate y un precioso bolso blanco y correa que desentonaba con el conjunto. Todas las prendas por separado eran bonitas, pero juntas no casaban. Se equivocó (pág. 59)
Vuelve por sus fueros y no nos hace caso. Blanca Cuesta rememora su época hippy menos trendy. Con un vestido blanco lleno de volantes pochos, encajes, plisados y escotazo, acompañado de unas sandalias con una plataforma y un tacón de corcho nada femeninos y con la melena rizada y leonina al viento, recuperó su esencia pero perdió glamour (pág. 61).
Si no nos fijamos en la foto de portada, en general, el estilismo del reportaje de Mónica Martín Luque es sencillo y cuidado. Con una bonita melena, un maquillaje suave y con varios vestidos de corte clásico, Mónica mejora una barbaridad (cuando se empeña en modernizar su look, lo estropea, no hay más que ver la foto con pelos de león de la página 73 que ya comentamos en su momento). Especialmente acertado el vestido de escote redondo y manga corta con rayas marineras en negro y blanco, largo a medio muslo y los peep toe negros (pág. 68-69). 
Parece mentira que las modelos, las primeras en ver las tendencias de cada temporada, puedan meter la pata. Pero así es. No hay más que ver a Miranda Kerr con un vestido tobillero de manga larga con un estampado de lo más feo, un bolso de asa larga de abuela en azul marino, unas sandalias con un tacón indefinible y, lo peor… ¡anillos en todos los dedos de la mano! (¿moda puño americano? ¡qué feo! pág. 77)
Y nuestra Pe sigue dándonos la razón. Cuando no pisa una alfombra roja, se olvida de la moda y se centra en la antimoda (que encima no le favorece nada). ¿De dónde habrá sacado esa camiseta oversize con rayas horizontales excesivamente anchas y unas zapatillas de esparto peep toe pero en modelo zueco? (pág. 79) Una verdadera lástima.
Las fotos del reportaje de Aracely Arámbula no son nada naturales. Que alguien nos explique quién se mete en la piscina maquillada como una puerta y con unos ojos de efecto ahumado que en cuanto te caiga una gota encima te aparecen churretones de eyeliner por doquier. Poque la pamela rosa (pág. 102) es espectacular, que si no, la hubiéramos suspendido por inapropiada. Pero la pamela nos gusta tanto que le ponemos flecha amarilla.
El reportaje de María José Suárez tiene un estilismo que no nos acaba de convencer. Otra modelo menos guapa no resistiría con dignidad alguno de los outfits que le han puesto. Pero sólo por el minivestido de paillette rosa palo de manga francesa de Donna Karan, vale la pena el reportaje. Flecha verde para el vestido en cuestión (pág. 113).
Y para finalizar con buen sabor de boca, el reportaje de moda, tributo a Louis Vuitton. De nuestra Naty. Las fotos son espectaculares, aunque las prendas de las dos primeras páginas no son ponibles para la mayoría de las mortales. Pero los vestidos, el de corte japonés y el vestido pañuelo animal print de cebra en morado y turquesa, son además de ponibles, elegantísimos. Una pena que no nos llegue el sueldo para comprarlos los dos (pág. 120-121).



30 de julio de 2011

EL ESTAMPADO DE ESTE VERANO: ¡MARIPOSAS POR DOQUIER!

Al inicio de la primavera-verano 2011 varios estampados competían por ser el estampado rey de la temporada. Desde los topitos en blusas lady, estilo Jackie Kennedy; pasando por las rayas marineras, recuerdo de temporadas pasadas; por las florecitas liberty, en gamas de azules y rojos; y por las estrellitas de cinco puntas en blanco sobre fondo azul marino, muy USA.

Los topitos acabaron siendo demasiado cursis, las rayas estaban trasnochadas, las florecitas resultaban cansinas y las estrellitas eran difícilmente combinables. ¡Y entonces apareció él! El que finalmente se coronó como el estampado rey de esta temporada fue (redoble de tambores)... ¡el estampado de mariposas!

Primero fue Loewe quien lo incorporó en blusas y pantalones en seda y en sus míticos pañuelos. Luego Gucci, recuperando el estampado “Flora” (con flores, mariposas y libélulas). Más tarde Prada, Alexander McQueen o John Galliano han seguido esta tendencia y hasta existen ya gafas ¡con estampado de mariposas!

Desde una camiseta con una única mariposa bien grande hasta pañuelos con pequeñas maripositas diseminadas, cualquier prenda es válida para que se pose sobre ella una o varias mariposas. Las tiendas lowcost han recogido el testigo y en sus últimas colecciones burbuja antes de las rebajas, abundaban las mariposas. En Shanna, Blanco, Mango, Zara y H&M (y muchas más), puedes encontrar mariposas.

Consejos para “mariposear” sin parecer excéntrica:

  • No mezcles estampados de mariposas entre sí (Ejemplo: camiseta de mariposa gigante con pantalones de maripositas es un tremendo error, seguro). Y tampoco mezcles estampados de mariposas con otros estampados (Ejemplo: vestido animal print con foulard de maripositas no encaja: ¿selva salvaje + dulce pradera?...chirría el conjunto, ¿no?)

  • Evita el total look verde césped con detalles de mariposas. No se trata de simular la foto de un verde valle lleno de mariposillas…Es cuestión de impacto visual: ¿verdad que no te pondrías unos leggings marrones con una camisa verde porque te recordarías a un árbol? ¿verdad que no te pondrías un vestido gris marronáceo y blanco con medias rojas porque parecerías una perdiz? Pues eso, que verde césped+mariposas no es buena idea.

  • Si no te atreves con mariposas en tops, camisetas, vestidos o pantalones, opta por aplicar la tendencia “mariposil” a tus complementos: un broche de mariposa, una mariposa de fieltro en el coletero o en la goma del pelo, un foulard de mariposas o un anillo o un collar con alguna mariposa.

  • Las mariposas son de colores. Y cuanto más alegres mejor. Y sobre fondo blanco o beige mucho mejor. Nada de fondos de colores estridentes con mariposas de colores desvaídos. No es el estilo que se lleva.


  • Salvo que seas aún una teenager (¡qué suerte!), nada de diademas con una mariposa enorme en un lado de la cabeza. Cierto, se venden. Cierto, las mariposas son tendencia. Cierto, es un complemento baratito y que no abulta en el armario. Pero también, cierto, a determinades edades no se permite ya todo…Te pondrá más años de los que tienes y parecerás una Lolita trasnochada.

26 de julio de 2011

LA OBSERVADORA: EL ¡HOLA! DE ESTA SEMANA, 27 DE JULIO

El ¡Hola! de esta semana nos muestra una boda  que hemos vivido etapa por etapa en los últimos meses: la de Carla Goyanes. Con nuestra Naty Abascal como coordinadora implícita de la boda, no nos extraña nada que la mayoría de invitadas hayan acertado con los modelitos. O sea, ¡que hay mucho que  ver! Además del apartado especial de la boda en cuestión (que ocupa tooooooda la portada) aquí os dejamos lo que hay que copiar y lo que no del ¡Hola! de esta semana:

Además de la boda, nuestra Naty ha coordinado el reportaje de Lina Botero en el yate de su padre. El yate es precioso (¡quién pudiera irse de vacaciones en él!) y, como era de esperar, el vestuario no desentona: un precioso vestido de estampado floral (flores grandes que  no resultan estridentes, todo un hallazgo) de Blugirl es elegante y estiloso (pág. 5); el conjunto de pitillos blancos y cardigan de cuello en pico negro, de Mango, o el vestido blanco, también de Mango, dos prodigios de sencillez al alcance de todos los bolsillos (pág. 9 y 10); y el top ten de los estilismos escogidos: los mismos pitillos blancos con una camisa fucsia de Blumarine y cinturón naranja y verde de Yves Saint-Laurent (pág. 11). Este último estilismo es una lección sobre cómo seguir la tendencia color block si no eres muy atrevida. Un diez.
De nuevo embrazadas que meten la pata. Carla Bruni  siempre acierta con los zapatos (esta vez también, con unas sandalias romanas deliciosas) pero no siempre acierta con el vestuario. Cursi a morir es el vestidito rosa pre-mamá cortado bajo el pecho y acabado en un enorme volante (pág. 17). No le favorece nada y la hace más redonda de lo que está.
Muy americana la boda de Patrick Kennedy. Con ese puntito repijo-horterilla, que a veces se ve en Hilfinger. ¿Cuándo se ha visto un novio con pantalones blancos y chaqueta azul marino con botones dorados? Si nos llegan a decir que el novio es capitán de un crucero, nos lo creemos. Solo le faltaba la gorrita marinera. Arggggg…
Ideal Alejandra, la hija mayor de Espartaco y Patricia Rato, recién salida de un tren. Apuntad: shorts denim, shopping bag marrón, y camiseta XXL con el estampado de moda (mariposas). Melena al viento y reloj  flúor. Perfecta (pág. 93).
Que Fabiola, la mujer de Bertín Osborne, es un pedazo de mujer, es indiscutible. Guapa e inteligente y, además, siempre bien vestida. En la presentación de un perfume, lució un estilazo sencillo y brillante: un vestido asimétrico de Adolfo Domínguez de pequeños pliegues en color azul turquesa, adornado con un fino cinturón en gris. Vamos a buscar ese vestido en las rebajas, ¡sin falta! (pág. 94).
Hacía tiempo que no la veíamos, y quizá hubiera sido mejor no verla… Un conjunto de elegantes se fueron a una fiesta organizada por Paloma Segrelles y allí que se plantó Genoveva Casanova. Y antes de salir de casa no se miró al espejo: un mono morado que parecía un salto de cama y que le hacía un pecho extrañísimo, un inmenso collar de coral, un cinturón-fajín en lamé plateado y chal color coral. La idea era buena, todas las prendas eran bonitas por separado (especialmente el collar) pero el conjunto resultó nefasto (pág.97).
Mejoró su estilo habitual aunque tampoco acabó de convencer, Blanca Cuesta en la misma fiesta que Genoveva. Minivestido con aire japonés, en blanco y rosa palo, excesivamente corto y sandalias en fucsia. La melena alisada y con un perfecto color. Aprobó, aunque no con nota (pág. 97).
El reportaje de moda baño de María Palacios es de los que da gusto ojear. Los bikinis escogidos son preciosos y ella es muy mona. Pero el exceso de photoshop es tal, que se nota, y eso desluce el reportaje mucho. De una flecha verde, especialmente por la camisa blanca de volantes de Flamenco (pág. 117), a una flecha amarilla por esa luz irreal de las fotos y porque es imposible que esta chica no tenga ni un pliegue en todo el cuerpo…

Especial boda Carla Goyanes:

Empezaremos por los dos vestidos que llevó la novia. Los dos de Rosa Clará y los dos clásicos y favorecedores. El primero de escote en uve delantero y trasero, con cola saliendo de la cadera, estilo polisón y completamente bordado. Preciosos pero sólo apto para altas y delgadas como Carla (pág.  31 y 63). El segundo, más festivo, un strapless, con pliegues tipo vendaje, hasta las rodillas y rematados con suaves y grandes volantes de capa. Mucho más juvenil (pág. 88). Los zapatos de Jimmy Choo no defraudaron tampoco (pág. 32). Por ponerle un pero, quizá los pendientes de Suárez eran demasiado grandes para una novia.
La más elegante de la boda, por goleada, nuestra Naty Abascal (que conste que no lo dudábamos). El vestido de Giambattista Valli es para meterlo en una urna y dedicarse a admirarlo nada más levantarse por las mañanas (pág. 30). En coral y blanco, con un bordado de coral en las mangas, un cuerpo de pequeñas flores blanca, cinturón-fajín a tono y falda lápiz de encaje blanca con stilettos a tono y una cartera-sobre de piel grabada en color coral de VBH y una espectacular pulsera serpiente en oro blanco y brillantes (pág. 41). Bufffff…Inmejorable, increíble, sin palabras nos hemos quedado…
Estupendas también la madre y la hermana de la novia. Ambas siguiendo la tendencia del color block (observad que prácticamente ninguna invitada llevaba prendas de colores pastel ni grises ni maquillaje, están destronados como colores in). Cari madre con un elegante vestido verde césped de Oscar de la Renta (íntimo amigo de Naty) y peep toes de Louboutin en fucsia. Un poco cursi el clutch de brillantitos y cierre de piedras de colores. La hija, Caritina, presumiendo del tipazo con el que se está quedando, con un vestido bicolor de escote en uve con drapeado central en “buganvilla y naranja” (según la redactora) aunque a nosotros nos parece morado y frambuesa, será un efecto óptico… Desentonaron las sandalias negras, por muy Yves Saint-Laurent que fueran, no pegaban ni nada (pág. 35). Aún así un notable alto para las dos. 
La más impresionante de la boda, la abuela de la novia, la vizcondesa de Villamiranda (pág. 35). Con un vestido fucsia de Rosa Clará y un porte que muchas quisieran, dejó a la mayoría de las invitadas en un segundo plano. La que tuvo, retuvo, o eso dicen.
La pareja formada por el Duque de Feria y Laura Vecino cada vez nos decepcionan más. Que ella no sigue los consejos de su suegra, es un hecho. Su vestidito negro y coral de Juanjo Oliva era pobretón. Y combinarlo con peep toes nude fue una pésima idea. ¿Y él? Con un traje de raya diplomática oscurísimo, que hubiera ganado enteros con una corbata más clara o con un chaleco más claro. Pero no. El chico se puso una corbata morada y un pañuelo verde y no triunfó, a pesar del pedazo de planta que tiene. Una pena (pág. 40).
Y ya empezamos con las invitadas. No nos gusta el traje rosa pastel, largo y con vuelo de Teresa Bacca Astolfi (pág. 42 ) Tan rubia, tan clara de piel, tan rosa pastel toda ella… No era nada elegante. Por mucho Dior que fuera.
Núria González acertó con el color de moda, el coral. Pero el corte de su vestido, como suele ser habitual en ella, era de señorona y le ponía años encima. Con el tipazo que tiene, puede permitirse un poquito más de riesgo. Aún así, no suspende, por clásica (pág. 43).
Guapa a rabiar la nuera de Gunilla von Bismarck, Elisabet. Con un espectacular vestido color turquesa (que favorece una barbaridad a las morenas) con escote barco y una increíble falda con pliegues que se cruzaban en diagonal. No sabemos de quién era el diseño, pero lo investigaremos para felicitar al autor o autora y seguirle la pista (pág. 44).
¿Qué está pasando con Vitorio y Lucchino? Porque la creación suya que lució Ana Gamazo era cualquier cosa menos favorecedora. Gasas colgando haciendo picos con una manga corta y otra larga pero abierta, con un intento de estilo años veinte que no cuajaba… (pág.44) Sólo se salvaba el color y que ella lo llevaba con dignidad.
De aplauso, Elena Cue. Cuando acierta, llama la atención. Elena se marcó un vestido de gasa morado, largo, con un drapeado a la cintura, adornado con una cinta a modo cinturón, temrinada en un lazo y con un tirante liso y fino y otro con volantes recogidos formando una flor. Precioso. Los complementos en cobre, otro éxito seguro (pág. 45).
Terrible la tía de la novia. Míriam Lapique se lleva la puntuación más baja de la familia. Con un vestido violeta, escote halter y excesivamente corto. Con medias muy finas pero demasiado oscuras, un chal grosella y unas sandalias de colorines con una enorme plataforma poco acorde con el evento al que acudía (pág. 46). La tenemos que suspender.
Un poco sosa Tamara Falcó, con un vestido de Pronovias, asimétrico, de escote corazón, con un drapeado lateral cerrado con broche, en color gris-azul empolvado. Demasiado claro el color, demasiado sobria toda ella, aunque elegante. Flecha amarilla, y con desilusión porque esperábamos más de ella (pág. 47).
No sabíamos si suspenderla o no, pero al final la hemos suspendido. Núria March, con un vestido estilo años veinte, ablusonado, de lamé verde manzana tornasolado y con plumas en el bajo. Excesivo y raruno, pero con el pelo recogido y un clutch sobre en cobre, hubiera aprobado (pág. 48).
Muy estilosa Eugenia, hija de Bertín Osborne, con una falda pantalón en negro y naranja bordada en lentejuelas y de una estupenda caída, y un cuerpo en negro con un enorme lazo de raso en el pecho. El clutch sobre extralargo y estrecho, una muy buena idea. Notable alto (pág. 48)
El despropósito de la boda, Begoña Trapote, con un vestido blanco de lunares negros con una flor enorme a la cintura y con una falda acampanada que daba miedo. Aceptable para ir a la feria de abril, pero a una boda no. (pág. 49)
Acertada, Fiona Ferrer. El vestido strapless con lazo en el pecho, color morado combinado con joyas en turquesa era una gran elección. Fallaron los zapatos: unos salones nude con tacón de madera marrón oscuro. Eran de sport y demasiado cerrados para esta época del año (pág. 49).
El descubrimiento de la boda, la hija de Maribel Yébenes, Míriam. Con un fourreau palabra de honor con drapeado recogido en vertical desde el pecho hasta la cadera en naranja cítrico. Y complementos en cobre. Si se hubiera recogido el pelo habría tenido un sitio entre las top ten de la boda. Seguro (pág. 49).
Hay que llevar cuidado con los tocados, ya lo hemos dicho otras veces. Pueden estropear cualquier buen outfit. Ejemplo: la madre del novio escogió un vestido clásico color coral que le favorecía una barbaridad, pero el tocado, tenía pinta de paloma enfermita a la que le había dado un pasmo a medio vuelo y había caído sobre la cabeza de la señora. Suspendemos al tocado, que no a ella (pág. 52)
Carmen Martínez Bordiu, en su línea. Su  vestido color frigopié (el helado ése, color rosa chicle) era demasiado corto y demasiado escotado. Y el chal naranja no pegaba ni con cola. Eso sí, ella, muy coqueta, se pintó las uñas de los pies rosa flúor. Y por su coquetería, no la suspendemos, porque estaba guapa y todo (pág. 70).