11 de julio de 2011

LA OBSERVADORA: EL ¡HOLA! DE ESTA SEMANA, 13 DE JULIO

Como ya preveíamos la semana pasada, el ¡Hola! especial de la boda monegasca no tardó en llegar. ¡Nos ha costado mucho hacer este post! ¡Había tanto que ver y que estudiar! Y claro, tampoco se trata de aburrir al personal con tres páginas de comentarios. Así que allá va nuestra selección de lo más destacado del ¡Hola! especial sobre la principesca boda (con algún que otro contenido más…):

El reportaje inicial es de Eugenia Silva. Una modelo española con cara de chica normal que tiene una casa en Formentera (y un restaurante, según nos cuenta). Nos gusta la decoración de la casa, suave y alegre, pero los estilismos que le han puesto a la pobre chica dan pena. Mezclar un vestido de estampado geométrico, posiblemente de Missoni, con un sombrero cowboy de paja (pág.8) es un desastre estético. El vestido blanco ad-lib con un volante gigante a la altura del pecho combinado con pulseras étnicas coloristas no es especialmente favorecedor (pág. 10). Y el bikini de lentejuelas, al más puro estilo Ana Obregón, rematado, de nuevo, con el sombrero cowboy, y con ¡collar de perlas! y chanclas floreadas (pág.16) es un despropósito playero. La tenemos que suspender por muy maja que sea la pobre…
Ay, ¡qué disgusto! Nuestra Pippa Middelton cada vez va a peor. El vestido rojo de Wimbeldon era ideal, las alpargatas y el bolso también, y las gafas wayfarer, pero ¡esa raya negra en la parte inferior del ojo para un estilismo de día es horrible! Como Morticia Adams…Arggggg…(pág. 23)
Mira que Sara Carbonero había conseguido que la subiéramos a los altares de las trendsetters… Pero esa manía que tiene con ponerse botas o pseudo-botas a todas horas está haciendo tambalear la fe  que habíamos puesto en ella…Sus estilismos neoyorquinos nos habían encantado: camisetas de tirantes, jeans o shorts y borsalino, pero lo de las botas de motera tres tallas más grandes o las botas peeptoe de ante (también enormes) nos desconcierta…(pág. 32) Iba para flecha verde con nota y se queda en flecha amarilla.
En cambio, acertó de pleno en los premios de la revista Elle (pág. 34). Sara Carbonero se puso un vestido escote en V de animal print de leopardo con clutch negro y labios rosa flúor y nos ha dejado boquiabiertas. Atrevido, moderno y sólo apto para tipos como el suyo, pero espectacular. Un diez (esta vez sí, Sara)
También acertó Eugenia Silva, que dejó a los estilistas del primer reportaje que hemos comentado y se vistió solita (creemos) y su buen gusto floreció con un Armani Privé azul eléctrico asimétrico con detalles en paillette y clutch de raso multicolor (pág. 34). Otro diez.
La que no acertó, también en los premios de Elle, fue Eva González. Con un fourreau en gris perla con flecos, encajes y lacitos, y con la melena ondulada en exceso (pág. 35). Estaba poco agraciada para lo guapa que es. Tampoco acertó María León, vestida por Pedro del Hierro, con unos shorts negros, camisa blanca sin mangas (pero con un enorme cuello picudo) y una especie de tirantes negros que le colgaban por los lados. Un diseño raruno y poco festivo (pág. 36)
Kate Middelton se apunta al vestido. Vale que es cómodo y favorecedor y que es tendencia este verano, pero ya empieza a cansar el estilo princesa. Cortes siempre entallados, largos a la rodilla y drapeados o encajes para disimular la delgadez. ¿Por qué no apuesta por un traje pantalón de vez en cuando? ¿O por una falda y una camisa? Le daría un respiro a este look soso que empieza a marcar. Aún así, reconocemos que va elegante y discreta y por eso no suspende (pág. 156-158)
Definitivamente, Elena Tablada necesita estilista con urgencia. Entendemos que esté triste y en un momento difícil, pero el conjunto shorts denim, camiseta gris sin sujetador y sobrecamiseta de croché con moño despeluchado es un horror. ¡Y eso que sólo la vemos de espaldas! (pág. 164) Y ya ni hablamos del ¿vestido? Tie dye en degradado del amarillo  pollito al verde oscuro pasando por el verde manzanita con exceso de pulseras y collar, chaquetilla denim con bolsillo volador y bolso gigante (pág. 165). Da dolor.
Ay, ay, ay… Cuando empezaba a remontar, va Blanca Cuesta y rememora sus orígenes grunge-rockeros para irse al concierto de Ricky Martín y saca todo su look poligonero del armario: pitillos de cuero negro, camiseta con transparencias, lentejuelas y mensaje hippie (love not war) y chaquetilla blanca con tachuelas. Sólo se salvaba la chaqueta, el resto daba miedo (pág. 176)
Un fallo lo tiene cualquiera y nuestra Isabel Preysler también se equivoca. Se fue de cena y acertó con el cuerpo, un asimétrico negro, pero no convenció el pantalón blanco con flores negras. Y eso que los pantalones anchos parece que vuelven y que habrá que desterrar a los pitillos… La verdad es que los pantalones no le hacían justicia a su tipazo (pág. 178). Porque es ella, y ella está elegante hasta con una mini fluorescente, jamás le pondremos una flecha roja.
Lo de siempre, que estar embarazada es una lata a la hora de vestirte, porque no sabes que ponerte. Pero estar de casi nueve meses y ponerte un vestido blanco de lunares negros tamaño pelota de tenis para lo único que sirve es para triplicar tu volumen. Que se lo digan a Ivanka Trump… (pág. 190)
Que nos diga lo que quiera la redactora de estilo de ¡Hola!, pero ponerte un jersey gigante de croché a rayas y un bolso de tela con un caballo de bridas naranja fosforescente dibujado no es chic. Y punto. Lo lleve Katie Holmes o lo lleve quien lo lleve (pág. 192).

Especial boda en Mónaco:
De concierto antes de la boda:
Impresionante Charlene de total look negro. Destacable el collar rígido de rafia e hilo a rayas. Las sandalias, como la tela de una araña, también soberbias. Demuestra que complementos acertados dan un punto perfecto a un look sobrio. (pág. 46-47)
Un sobresaliente para Carlota. Sencillo vestido minifaldero de manga corta y líneas sobrias en azul pavo, sandalias planas de tira, bandolera color cuero y collar y pulseras en colores eléctricos. Melena al viento y triunfo seguro (pág. 48)
Otro sobresaliente para Beatrice Borromeo (esta chica nos gusta mucho). Vestido de punto negro, largo, de escote en V y manga corta  y pulsera enroscada en oro y negro. Sandalias planas y nada más. Simple y acertado (pág.50).
En cambio, un suspenso para Tatiana Santodomingo. Vale que se lleva el estilo selva y los colores ácidos, pero una falda acampanada con un estampado de plátanos no es adecuada para ir de concierto. Parecía una señora mayor culona (pág. 50)

La boda civil:
El cuerpo de encaje y la falda pantalón de la novia en azul bebé fueron un acierto. Suavizaban sus rasgos y le daban un aura vaporosa. En cambio, la chaqueta era excesivamente rígida y hasta tenía un punto sport poco apropiado (los bolsillos de plastón sobraban). Casi es flecha verde…(pág.52-59 y siguientes)
Una duda: ¿alguien puede explicarnos por qué la mayoría de mujeres Grimaldi se vistieron de azul como la novia? ¿No había otro color para elegir? ¿Hacía falta competir con la novia?  (pág. 72) Un detalle feo, a nuestro entender (no somos royals pero no le haríamos ese feo a nuestra cuñada o a nuestra tía…)
Esperábamos más de Carolina. Suerte que en la boda religiosa lo arregló. El despropósito de la pamela de rafia con hojas de naranjo que se colocó nos dejó estupefactas (pág. 58). ¿Y Carlota? Con un sombrerito también de paja estilo años veinte en el campo… (pág. 66) ¡Parecía que iban a una boda en la Provenza! Y encima las dos con sandalias, planas la madre, y con tacón de bote de tomate la hija (pág. 66). Para llorar. ¡Ah! Y las dos de azul, como la novia.
Puestos a ponerle flecha verde a alguien de la familia, nos quedamos con (¡quién nos lo iba a decir!) Estefanía. Por lo menos se arregló para una boda en la ciudad. Así que, aunque su vestido color visón no nos apasiona, le ponemos una flecha verde por ser la más atinada (pág. 66).
Gracias a Dios, el resto de princesas europeas pusieron un poco de cordura en el vestuario: Impresionante Mary Donaldson con un vestido asimétrico en color coral; correcta Mette-Marit en blanco roto y con encaje en mangas y escote; y, como siempre, fabulosa Máxima, también en blanco roto, asimétrico y con tirante anudado (pág. 74)

La boda religiosa:
Charlene llevó un traje de novia comme il faut: clásico, favorecedor, discreto, de líneas sencillas, con bordados poco ostentosos a simple vista (aunque eran verdaderas filigranas) y con un velo adecuado y clásico. La mano de Armani en estado puro. Nos encantó. (pág. 80-84)
La madre de la novia, sin embargo, pecó de sobria. Suponemos que para no meter  la pata (no debe ser fácil no desentonar entre tanta especialista en tendencias congregada en una boda). El tocado demasiado pequeño, la falda arrugada nada más pisar la alfombra roja y la chaqueta demasiado historiada con bordes redondeados hasta en las mangas y unos hombros con nervios a modo de hombreras. Cumplió su propósito, no destacó (pág. 85)
Y, esta vez sí, Carolina volvió a ser Carolina con un vestido de Chanel corte años veinte en gasa plisada y chaqueta también en gasa (pág. 87). Lo mejor de todo el outfit, la imponente pamela blanca que nadie como ella sabe llevar. Esta pamela sí, y no la de las ramas de naranjo de la boda civil…
Opiniones encontradas tenemos con el look de Carlota en la ceremonia religiosa. También de Chanel, en rosa palo. El vestido, con cuerpo liso y falda tipo “venda” y pequeños botones de strass era precioso. Quizá sobraba el lazo negro que colgaba a lo largo de la falda. El tocado y las sandalias de tacón, en negro, fueron lo mejor de todo el conjunto (pág. 88-89)
De nuevo Beatrice Borromeo (que ya hemos dicho antes que nos gusta), destacó frente a Tatiana Santodomingo (cuyo sombrerito champiñón merece ser borrado de la faz de la tierra, pág. 90). El de Beatrice fue uno de los outfits más elegantes de la ceremonia y uno de los que deberíamos copiar sin remilgos: vestido verde agua muy claro de encaje de guipur y strass y sandalias y  medias de rejilla a tono. Por ponerle un pero, el tocado era excesivamente pequeño, aunque parece ser que lo más it en tocados es que sea pequeño y con forma de flor, como el suyo (pág. 91)
Margarita Vargas suplió el papel de nuestros royals con dignidad. A falta de estilismos de las Infantas que comentar, decir que Margarita estaba estupenda de Carolina Herrera en gris con pedrería y manga con transparencias. El tocado de Philip Treacy recordaba al de Zara Phillips en la boda de William y Kate. Muy estiloso (pág. 92-93).
También las princesas europeas acertaron en su mayoría: Máxima con una pamela de rafia imponente de Fabienne Delvigne  y un vestido de gasa drapeado color mostaza anaranjada; y Mary Donaldson con vestido azul turquesa en raso con nudo central y complementos en nude (pág. 94-95)
No acertaron, sin embargo ni Mette-Marit con un vestido cortado a la cintura y un tocado que parecía una col, todo en nude (pág. 96); Ni Victoria de Suecia vestida completamente de añil y con unas uñas pintadas de rosa flúor que se veían a dos metros y que desentonaban con el color pastel del conjunto; ni Matilde de Bélgica, con un tocado que imitaba al de Victoria Beckham en la boda de William y Kate, pero que ella no sabía llevar (pág. 100)
El desatino de la boda fue Camilla de Borbón-Dos Sicílias (pág. 103) con un dos piezas degradé en gamas desde el rosa flúor al rosa palo y con un cuerpo rígido que la hacía parecer Barbarella. ¡Y con tocado degradé a juego! Ayyyyyy…
Que Roberta Armani es muy elegante es un hecho. Pero se equivocó con el tocado y no sabemos por qué su tío lo consintió. Ese tulipán gigante que se puso en la cabeza no era ni elegante, ni bonito, ni favorecedor (pág. 104).
Y pasó que como Inés de la Fressange vio a su amiga Carolina vestida de provenzal en la boda civil del día anterior, decidió vestirse ella de campesina provenzal para la boda religiosa, con un sombrerito de playa en paja sandalias planas y un vestido vaporoso y capeado a media pierna que ni para ir en bici por cualquier pueblo de la campiña francesa a comprar zanahorias. Un horror, por inapropiada (pág. 105)

La fiesta posterior a la boda:
Y Charlene siguió confiando en Armani y no se equivocó. Vestido cuello caja sin mangas con escote en transparencia efecto strapless y falda de cuatro volantes cuajados de strass. Una delicia (pág. 136)
Soberbia (fue de menos a más a lo largo de los días) Carlota de Mónaco con un vestido azul celeste de escote corazón drapeado y falda de vuelo, con cinturón joya , clutch plata y una magnífica capa azul celeste a tono. La más espectacular, con diferencia (pág. 139), seguida de Beatrice Borromeo con un vestido de pedrería de colores bordada sobre plata con escote barco y manga francesa. ¿Habíamos dicho que el estilo de esta chica nos gusta? Pues no… ¡nos encanta! (pág. 141)
Matilde de Bélgica intentó dejar atrás su habitual estilo soso y, ya se sabe, cuando una intenta hacer innovaciones, sale mal parada. Su vestido tenía un corte muy bonito (el drapeado era muy favorecedor), vamos, que la idea era buena y el color (guinda) también. Pero lo del tornasolado (efecto espejo o como se llame) fue una metedura de pata. Recordaba a Jessica, la novia de Roger Rabbit. No la suspendemos para no desincentivarla en su propósito de modernizarse, pero la verdad es que merecía flecha roja (pág. 147).
Y de nuevo Camilla de Borbón-Dos Sicilias, llamando la atención, y no precisamente por estilosa. Queremos saber de dónde sacó semejante vestido a rayas tipo tumbona en rojo y negro. Lo queremos saber para no caer en la tentación de ir a la tienda y comprarlo (pág. 150).
   




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