Ha llegado el mes de veraneo por excelencia, se han acabado las bodas, de momento, y ya empezamos a encontrar reportajes playeros en el ¡Hola!. En portada nos encontramos, además de con Mónica Martín Luque (con un vestido color grosella con mangas con transparencias que es cursi a morir), con Elena Tablada y con Paula Echevarría. Dos estilos de mujer diametralmente opuestos. En el interior de la revista, algunas cosas que ver y muchas que no deberían verse... Allá va lo que hay que copiar y lo que no del ¡Hola! de esta semana:
El primer reportaje, salta a la vista, es obra de nuestra Naty Abascal. Imposible que Genoveva Casanova, con su habitual estilo pelín provinciano, hubiera estado tan acertada con sus outfits ella solita. La mano de Naty se ve en la perfecta combinación de colores y en la acertadísima elección de los complementos. Los dos outfits de las páginas 6 y 7 son un prodigio de aplicación del color block. El vestido naranja de escote halter con lazada lateral es favorecedor y resalta las ideales sandalias negras, fucsia y amarillo limón. La mezcla de pantalones naranja con camiseta verde césped y camisa azul turquesa con sandalias tricolores (naranja azul y fucsia) es otro acierto. Y el vestido verde con fajín colorista tipo mexicano es una alegría para nuestros ojillos porque creemos haberlo visto rebajado en Mango (pág. 16). ¿Qué cómo es la casa de Genoveva? Pues la verdad es que no debe ser tan espectacular como su vestuario, porque ni nos hemos fijado…
El primer reportaje de playa es para Marta Sánchez. La verdad es que la chica, generalmente, tiene un look llamativo y chic. Pero en demasía, resulta hortera a veces y poco apropiado otras. A la playa no se puede ir con un vestido de encaje y un cinturón de cuero (pág. 20) Ni nos imaginamos cómo debió de quedarse el encaje después de dejar el vestido en la arena. Es como ir a la pescadería con un vestido de noche cuajado de paillette. O sea, ridículo e inapropiado. Y lo peor…¡el triquini! (pág. 21) Que si escotazo en uve, que si aberturas estratégicas en la cadera, que si cadenita dorada en el tirante…Horrible, de vedette. De todo el estilismo sólo se salva el borsalino de paja. Suspendida.
Mucho más normal y siguiendo las tendencias, Helen Lindes, con un bikini triángulo en el animal print más solicitado (serpiente). Lo de la faldita negra de algodón tipo chándal es lo que nos hace ponerle una flecha amarilla y no una verde (pág. 23)
Y el mejor estilo playero: el de Paula Echevarría. La verdad es que dejaríamos que esta chica nos asesorara a la hora de ir de tiendas. Con un bikini rojo muy favorecedor, un caftán blanco y rojo, gafas wayfarer ¡en rojo!, y un sombrero de paja, está para hacerle la ola. Aunque si en vez de un sombrero cowboy se hubiera puesto una pamela sería un diez y no un nueve. Aún así, tomamos nota del estilismo para copiarlo en nuestras escapadas (pág. 24-25).
¡Qué alguien nos explique el estilo cutre-grunge de la novia de Kyril de Bulgaria! Entre que la pobre chica está excesivamente delgada, que lleva las mechas sin hacer desde hace un par de meses, y que la indumentaria es anodina, no hay quién le encuentre algo positivo a la pobre…¡Y esas gafas maxi que le tapan media cara! Da penita (pág. 28-29).
Nos reconcilia con el mundo ver que hasta las princesas están fatal recién salidas del mar, con los pelos pringosos por la sal, la toalla-pareo enrollada en la cintura y una camiseta mojada (pág. 30). Carolina de Mónaco de ésa guisa nos ayuda a sentirnos mejor y por eso no la suspendemos (aunque hay que reconocer que el atuendo no es muy glamouroso).
No se puede ir a una boda con una camisa blanca de manga corta y un cinturoncito de cuero aguantando una anodina falda lápiz. Y menos si la boda es de tu familia y es una familia Real. Rania de Jordania patinó al elegir su outfit para la boda de su primo político (pág. 32-33). ¡Parecía vestida para inaugura una feria cualquiera! Mucho mejor Noor de Jordania (siempre perfecta) con un caftán en rosa palo y plata.
Elena Tablada dice en su entrevista que no presta atención a lo que dicen de ella. Pues debería escuchar a un estilista de los buenos y dejarse aconsejar. Es atractiva y tiene una estupenda figura que no debe estropear poniéndose vestidos como ese minivestido turquesa strapless, con drapeado extraño bajo el pecho y tela colgando de la cintura como una minicortina (pág. 48). Y debería dejar de abusar de pulseritas en ambas muñecas y collares a tutiplén, que pasar del estilo hippy al perroflauta es excesivamente fácil…
Impresionadas nos hallamos con el tipazo y el estilazo de Rocío Carrasco, que nunca se había caracterizado por su gracia en el vestir. Su vestido ibicenco, largo y con estampados en azules, las gafas aviador y las sandalias romanas, son una buena combinación. El bolso es excesivamente playero, pero se lo perdonamos (pág. 55)
Ya estamos acostumbradas a ver a la Duquesa de Alba vestida con tropocientos colorines y como a ella le da la gana. Su estilo refleja su personalidad. Pero que su exnuera, Eugenia Fernández de Castro, se dedique a intentar imitarla, nos parece una memez. Ni le pega, ni le sienta bien ni es aceptable (pág. 56). Falda roja arrugada, con camiseta blanca, sobrevestido blanco de volantes blanco, chal de florecitas en rosa chicle, medias de rejilla rojas y bailarinas fucsia. ¡Ah! ¡Y collar de piedrecitas! Un completo despropósito.
Simoneta Gómez Acebo sigue en su línea perfecta. Nos gusta. Falda verde, camiseta blanca, chaqueta de punto blanca y sandalias de esparto (de cuña) en beige y plata. Y un corte de pelo de lo más favorecedor (pág. 59). Hay que felicitarla.
En cambio, a Patricia Rato hay que reñirla. ¿Qué le pasó por la cabeza para ponerse semejante conjunto de prendas? Pantalón capri negro de camal ancho, mega blusón azul índigo de manga larga, sandalias nude con tacón de bote de tomate y un precioso bolso blanco y correa que desentonaba con el conjunto. Todas las prendas por separado eran bonitas, pero juntas no casaban. Se equivocó (pág. 59)
Vuelve por sus fueros y no nos hace caso. Blanca Cuesta rememora su época hippy menos trendy. Con un vestido blanco lleno de volantes pochos, encajes, plisados y escotazo, acompañado de unas sandalias con una plataforma y un tacón de corcho nada femeninos y con la melena rizada y leonina al viento, recuperó su esencia pero perdió glamour (pág. 61).
Si no nos fijamos en la foto de portada, en general, el estilismo del reportaje de Mónica Martín Luque es sencillo y cuidado. Con una bonita melena, un maquillaje suave y con varios vestidos de corte clásico, Mónica mejora una barbaridad (cuando se empeña en modernizar su look, lo estropea, no hay más que ver la foto con pelos de león de la página 73 que ya comentamos en su momento). Especialmente acertado el vestido de escote redondo y manga corta con rayas marineras en negro y blanco, largo a medio muslo y los peep toe negros (pág. 68-69).
Parece mentira que las modelos, las primeras en ver las tendencias de cada temporada, puedan meter la pata. Pero así es. No hay más que ver a Miranda Kerr con un vestido tobillero de manga larga con un estampado de lo más feo, un bolso de asa larga de abuela en azul marino, unas sandalias con un tacón indefinible y, lo peor… ¡anillos en todos los dedos de la mano! (¿moda puño americano? ¡qué feo! pág. 77)
Y nuestra Pe sigue dándonos la razón. Cuando no pisa una alfombra roja, se olvida de la moda y se centra en la antimoda (que encima no le favorece nada). ¿De dónde habrá sacado esa camiseta oversize con rayas horizontales excesivamente anchas y unas zapatillas de esparto peep toe pero en modelo zueco? (pág. 79) Una verdadera lástima.
Las fotos del reportaje de Aracely Arámbula no son nada naturales. Que alguien nos explique quién se mete en la piscina maquillada como una puerta y con unos ojos de efecto ahumado que en cuanto te caiga una gota encima te aparecen churretones de eyeliner por doquier. Poque la pamela rosa (pág. 102) es espectacular, que si no, la hubiéramos suspendido por inapropiada. Pero la pamela nos gusta tanto que le ponemos flecha amarilla.
El reportaje de María José Suárez tiene un estilismo que no nos acaba de convencer. Otra modelo menos guapa no resistiría con dignidad alguno de los outfits que le han puesto. Pero sólo por el minivestido de paillette rosa palo de manga francesa de Donna Karan, vale la pena el reportaje. Flecha verde para el vestido en cuestión (pág. 113).
Y para finalizar con buen sabor de boca, el reportaje de moda, tributo a Louis Vuitton. De nuestra Naty. Las fotos son espectaculares, aunque las prendas de las dos primeras páginas no son ponibles para la mayoría de las mortales. Pero los vestidos, el de corte japonés y el vestido pañuelo animal print de cebra en morado y turquesa, son además de ponibles, elegantísimos. Una pena que no nos llegue el sueldo para comprarlos los dos (pág. 120-121).